Ocurre a menudo que a la hora de organizar un evento sostenible, las empresas se centren en hacerlo “verde”. ¿Pero es realmente lo mismo? Lo cierto es que ambos tipos de evento tienen diferencias notables, que hay que tener en cuenta para su organización.
Uno de los errores más habituales de las empresas que buscan organizar un evento sostenible, es centrarse en la parte “verde”. Es decir, un tipo de actividad relacionada con el medio ambiente, que se celebre en un espacio natural, que utilice papel reciclado, etc.
Pero esta es una visión muy limitada del concepto de sostenibilidad. Para que podamos considerar la organización de un evento como sostenible, su diseño, organización e implementación tienen que estar enfocados a minimizar los impactos ambientales negativos y dejar un legado positivo para la comunidad que los alberga.
Así pues, un evento que se organice en un bosque, por ejemplo, puede no ser sostenible sino todo lo contrario: puede tener un impacto negativo en la flora y la fauna del entorno donde se celebra, o producir más residuos y más emisión de CO2 al realizarse en un espacio poco adaptado. Por contra, hay medidas menos “ostentosas” o visibles que contribuirán mucho más a la reducción del impacto ambiental, como por ejemplo la gestión de los residuos y del reciclaje de éstos, elegir una ubicación con buenas conexiones en transporte público para evitar que los asistentes tengan que coger el coche, o la utilización de iluminación de bajo consumo en vez de iluminación incandescente.
Además, también hay que recalcar que la sostenibilidad de un evento no se refiere exclusivamente a la parte medioambiental. Tienen un peso igual de importante el impacto social y económico que pueda generar la organización de ese evento. Por ejemplo, la relación con la comunidad local, las condiciones sociolaborales del personal, el desarrollo de la economía local, o la evaluación de proveedores.
Image(s): FreeDigitalPhotos.net