Las dificultades de una expatriación o un viaje al extranjero no solo recaen en el trabajador y en el Área de Recursos Humanos (Cross Cultural). Estos escenarios plantean también problemas a nivel de control y gestión de recursos financieros.
Tanto las expatriaciones como los viajes al extranjero con fines laborales suponen una fuente de costes para la empresa. Su gestión y control conlleva dificultades adicionales por el hecho de producirse en países diferentes al de origen donde se trabaja en distintas monedas.
El escenario de las expatriaciones tiende a estar más controlado. Se supone que la empresa cuenta con una sede en el país destino y que, por tanto, dispone de una estructura de control sólida. De hecho, las empresas en la que son habituales las expatriaciones, suelen contar con políticas de expatriación en las que se contemplan tanto temas salariales como pago de servicios sanitarios, aseguranzas o incluso temas específicos del país destino como podría ser seguridad privada.
Esta transformación, que suele hacerse en el momento de la supervisión del gasto, supone un trabajo adicional y además es fuente común de problemas. Realizarla no es trivial, ya que se complica si el viajero ha cambiado varias veces dinero en efectivo -anticipado por la empresa-, lo ha hecho en diferentes fechas o ha pasado por varios países en su viaje. Las tarjetas de crédito de empresa pueden facilitar esta gestión, pero es habitual que se realicen pagos en efectivo.
Otra vertiente del problema es el control de estos gastos. Por ejemplo, quizás es normal que un almuerzo de negocios en España cueste 50€ por persona, pero ¿es este precio justificable en países con menores costes como por ejemplo Marruecos o China? Aplicar la política de gastos de la empresa a los “gastos extranjeros” implica conocer en qué país se ha producido el gasto y valorarlo en función del nivel de vida de éste.
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Executive Coach, Team Coach y Consultor en Planificación Estratégica, Liderazgo y Desarrollo de Aplicaciones. Socio fundador de Humaniza
