Todas las empresas, tarde o temprano, tienen que organizar eventos corporativos. Pueden ser de mil maneras distintas, pero en muchos casos hay ciertos errores que se repiten con frecuencia y que provocan que éste acabe en fracaso. ¿Cuáles son estos fallos más comunes? ¿Cómo evitarlos?
Un fallo habitual en la organización de eventos es no definir claramente los objetivos del mismo. Este es un paso básico y fundamental, ya que será el pilar que dé sentido a todo el evento. En función de lo que se pretende lograr con el evento, éste tendrá que tener unas características u otras, más grande o más pequeño, más corto o más largo, interno o externo... Estos objetivos tienen que ser claros, concretos y, además, medibles. Así, al acabar, podremos analizar los resultados para determinar si ha sido un éxito o no, y tomar nota de los aspectos a mejorar para aumentar la eficiencia de eventos futuros. En esta línea, tener definidos los objetivos también nos permitirá calcular y estudiar el ROI, o retorno de la inversión, para saber los beneficios reales (financieros o no financieros) generados por el evento.
Además, no hay que perder nunca de vista estos objetivos. Es decir, no perderse en los detalles secundarios, como podría ser la asistencia de alguna autoridad o famoso, el emplazamientos, el querer realizar alguna actividad en concreto, etc. Aunque son aspectos importantes, tienen que estar orientados al objetivo del evento, y no ser el objetivo en sí. De lo contrario, éste perderá todo su sentido.
La comunicación también es un factor importante a tener en cuenta. Se puede sacar partido comunicativo a cualquier evento, ya sea de forma interna como de forma externa. Esto incluye todas las fases del evento: antes, durante y después. También es importante conseguir feedback de los asistentes al evento, saber su opinión, ya sea mediante encuestas, seguimiento, etc.
